Los rostros de euforia que mostraron los principales dirigentes de Vox durante la noche del pasado domingo, después de lograr tres diputados por la circunscripción de Alicante en las elecciones generales, se desvanecen. La formación ultraderechista vuelve a encarar en la provincia otra crisis de imprevisibles consecuencias. Y precisamente la espoleta del conflicto ha estado en las celebraciones por esos grandes resultados. La manida frase de morir de éxito se ajusta como la seda a la actual situación de la fuerza de Santiago Abascal en las comarcas alicantinas. Máxime cuando, ahora que el botín electoral ha aumentado, hay mucho más en juego en la batalla entre las distintas facciones en Vox.

El pulso se produce entre la gestora del partido en la provincia de Alicante, que preside la portavoz en las Cortes Valencianas, Ana Vega, y el número uno de la candidatura de la formación al Congreso, Manuel Mestre. La gestora decidió celebrar ayer sábado una comida con afiliados y simpatizantes en Elche para festejar el éxito electoral y a la que sin embargo no invitó ni a Mestre ni al número dos de esa candidatura, José María Sánchez. Sí en cambio, al que ya es tercer diputado de Vox por la provincia, Eduardo Ruiz, quien es afín a Vega y miembro de la citada gestora.

Para el sector de Mestre, la conclusión es clara: "La gestora se apropia del éxito de la campaña de su número uno». Estas mismas fuentes agregan que «es incomprensible que el organismo que preside Vega no invitase a Mestre y Sánchez al evento en Elche si la finalidad del mismo, tal y como decía la convocatoria que realizaron los organizadores, era agradecer el esfuerzo y sacrificio realizado durante el periodo electoral".

Porque para la corriente del número uno de Vox de Alicante está claro que quién estuvo al frente de ese esfuerzo y sacrificio al que se refiere la gestora de Vega y que tan buenos dividendos dio en las urnas "fue un equipo de formado por 25 personas formado en torno al propio Mestre, el mismo grupo que en las penúltimas elecciones generales, las de abril, ya consiguió un escaño en el Congreso gracias al apoyo de cerca de 120.000 votantes y que ahora logró mejorar esos resultados al obtener el apoyo de casi 170.000 alicantinos y tres escaños".

Así que si alguien tenía que recibir algún tipo de homenaje eran Mestre y su gente, razona esta última corriente: "Este apoyo y confianza eran merecedores de un agradecimiento público, ya que los votantes de Vox han respondido satisfactoriamente al trabajo realizado por el equipo de campaña". Sin embargo, ningún miembro de ese equipo estuvo en Elche. Todos fueron ninguneados. Y así, el conflicto entre ambas corrientes, que en realidad llevaba larvándose bastante tiempo, salta a la palestra pública con toda su virulencia apenas una semana después de los comicios.

No va a ser una simple batallita aislada. Tendrá repercusiones a medio plazo. De hecho, en Vox existe todo un grupo de militantes que pide la convocatoria de primarias lo antes posible para plantarle cara a Vega.

La llegada de esta última a la dirección de la sala de máquinas de la ultraderecha en Alicante también fue traumática: se produjo en una fecha ahora ya tan lejana como el pasado mes de marzo y tras la disolución de la ejecutiva del partido en Alicante que propició la dimisión de la entonces presidenta, Ana María Cerdán. Fu entonces cuando Vega dio su golpe de mano apoyada por la dirección nacional y por su secretario general, Javier Ortega Smith, del que Vega es persona de confianza.