Demasiadas palabras en “Un delicado equilibrio”

El realismo psicológico estadounidense constituye las obras más permanentes del teatro universal por su fuerza interior. O sea, borrascas atmosféricas y familiares. Arthur Miller es uno de esos dramaturgos y después apareció Edward Albee con su agrio concepto de la naturaleza humana y su rebeldía social. Destapa los defectos sociales e introdujo en gran parte de su país, además, las tendencias dramáticas europeas de la segunda mitad del siglo XX.

La pieza suya que acabamos de ver, dirigida por el argentino Nelson Valente, es «Un delicado equilibrio», que obtuvo el premio Pulitzer en 1967 y que recrea la situación de un matrimonio acomodado que convive con la hermana alcohólica de ella, personaje que destaca por la expresividad de Manuela Velasco, sobrina de la gran y recordada Concha.

Los esposos en la ficción y en la vida real son Alicia Borrachero y el neoyorquino Ben Tempel. La naturalidad y la credibilidad de los dos conforman el soporte esencial. El entorno se complica al llegar una pareja amiga, asolada por un extraño terror, que busca refugio ahí. Cristina de Inza y Joan Bentallé. Se manifiestan la angustia existencial y una cierta irracionalidad de las cosas y de las relaciones.

Muchos minutos sobran. Esa llegada nos anima, pero enseguida todo vuelve a fatigar. Posteriormente, la hija, Anna Moliner, regresa a casa tras su cuarto fracaso matrimonial. El elenco tiene oficio y calidad. Y buena envoltura con la estilizada escenografía de Lua Quiroga para unos pasajes donde impera la monótona densidad de un teatro de texto. Demasiadas palabras en forma de monólogos y diálogos que pocas veces seducen, pese a que de ahí se extraiga una crítica a los modelos convencionales.

La convivencia estimula las tensiones dormidas y la violencia interna. Recriminaciones, dudas, algún golpe de efecto o la influencia del teatro del absurdo. El apoyo de los vínculos familiares y la amistad ayudan a vencer adversidades, y el rutinario paso del tiempo con el tragicómico sentido de Albee en el coliseo alicantino.