Las "Tertulias de La Calahorra", en su cuarta jornada, contó ayer con la intervención del periodista Antonio Zardoya Zardoya que, con el título de "Elche la ciudad de los prodigios",acercó a los presentes su particular visión de la ciudad, a lo largo de los últimos veinticinco años, y a la que califica de prodigiosa.

Al protagonista, becario con apenas veintidós años cuando llega a Elche, le llama la atención sobremanera que Elche es jovial. Los grandes fabricantes aparecen con joyas y pieles. Se trata de un pueblo populachero, caótico, sureño, y es que en realidad asiste a una ciudad de aventureros, los emigrantes que en los años sesenta y setenta llegaron aquí. Se trata de una ciudad menos clasista que su ciudad de origen, tiene una gran capacidad de interrelación, es una ciudad abierta, cosmopolita, aunque propensa a la ostentación.

Pero también es una ciudad menos sensible a conservar cultura y patrimonio. Y con el salto que supone veinticinco años, se encuentra a un Elche que está sufriendo especialmente la crisis y el paro.

En este periodo de tiempo se ha diseñado una ciudad más habitable, pero falta una autoconciencia de la belleza de Elche. A juicio de Zardoya no se ha acertado en un modelo urbanístico interesante, se trata de la asignatura pendiente, con carencias como la zona de Carrús, o el exceso urbanizador de los Arenales del Sol. Se ha penalizado en exceso la construcción en el campo lo que ha generado un urbanismo para ricos. No se aprovecha el valor del Palmeral urbano para construir en sus huecos, pequeños hoteles, geriátricos para europeos, balnearios y cualquier otra edificación que, sin romper el entorno, sea punto de referencia y atención de nuestra ciudad.

Se trata de desarrollar una cultura y una identidad ilicitanas. Si es que la producción industrial está en declive, hay que sustituirlo por otras cosas. La Universidad Miguel Hernández o el Parque Industrial de Torrellano son, sin duda, señala el conferenciante, un valor positivo, pero hace falta algo más. Por qué no convertir a Elche en la capital del arte ibérico, por ejemplo.

En conclusión, según Zardoya, vivimos en la ciudad de los prodigios, del mestizaje, y ése es precisamente su encanto, el ser una ciudad tan libre.

*Secretaria de la cátedra Misteri d'Elx de la Universidad Miguel Hernández de Elche