Una investigación apuesta por crear aulas y circuitos emocionales para cuidar la salud mental de los alumnos
La UA y el IES Cayetano Sempere inician un proyecto innovador con herramientas para que el alumnado afronte sus retos académicos y personales
Cuidar la salud mental ha empezado a dejar de ser una asignatura pendiente en los institutos. Investigadores de la Universidad de Alicante (UA) y el instituto Cayetano Sempere de Elche han puesto en marcha un proyecto pionero de innovación, (dentro del programa Acord financiado por la Conselleria de Educación) que va a consistir en crear un aula "transformadora de emociones" donde es posible impartir casi cualquier materia en un espacio en el que las mesas y sillas de diferentes estilos conviven con colchonetas para hacer relajación y «mindfulness» (para prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento).
Paralelamente, se ha formado a alumnos de alto rendimiento académico para que se conviertan en líderes de acompañamiento emocional que ayudan a los estudiantes a autorregularse. El objetivo, una vez finalice la investigación, es analizar los resultados y replicar la iniciativa a otros institutos. Y ahí es donde entra el trabajo de la UA, que entre este curso y el próximo comprobará, con encuestas y distintos análisis, si la transformación de los espacios del instituto mejora la convivencia de los estudiantes y su estado emocional.
Temor a expresarse
«Existe un problema general, parece que es una vergüenza expresar las emociones. Hay alumnos que llegan tristes o alterados porque tienen mucha exigencia en los estudios o bien por problemas personales, por presión familiar, del profesorado o del sistema y todo eso es lo que se pretende mejorar con este proyecto», explica Susana Gil, coordinadora de la iniciativa y docente del IES Cayetano Sempere.
Con ello, lo que el programa busca es dotar al alumnado «de herramientas para afrontar de la mejor manera posible sus retos académicos y personales y todo ello a través de una vinculación entre un instituto y universidad, algo que es muy importante porque a nosotros como investigadores nos permite certificar académicamente la iniciativa, difundirla en congresos y publicaciones para que tenga una repercusión», explica el José Rovira, coordinador del área de Didáctica Lengua y Literatura de la UA e investigador principal del proyecto.
De esta manera, la transformación el espacio, que ha comenzado a desarrollarse en instituto ilicitano en lo que era una sala de usos múltiples del centro, pasa por crear «una chimenea emocional, un conducto donde se elimina lo negativo, donde se elimina la tensión que pueda tener el alumnado por distintos motivos», define Susana Gil.
Esa instalación, donde la comodidad de las sillas, sillones, pubs y colchonetas cobran protagonismo, está pensada para preparar dinámicas de grupo, trabajos cooperativos o exposiciones... así como dar una clase de matemáticas e incluso realizar técnicas de relajación.
Circuitos de relajación
En paralelo, el centro de Secundaria y Bachillerato ha puesto en marcha circuitos emocionales en el exterior para ayudar al alumnado a evadirse de un problema y llevarlo a una situación de calma. «Se trata de paradas con instrucciones, desde respirar, cerrar los ojos, tocar, sentir, tener pensamientos positivos... y ese estudiante perdido, evadido o furioso vuelve a clase tras veinte minutos más tranquilo», explica la coordinadora del proyecto.
En esta iniciativa es clave el alumnado líder en acompañamiento emocional, chavales de tercero y cuarto de la ESO que es seleccionado por los docentes por sus buenas notas que ayuda a los estudiantes que presentan algún problema en este sentido.
Para ello, el Cayetano Sempere ha contado con asesoramiento psicológico para formar tanto a profesores, como alumnos, a los que les ha enseñado a tratar a con respeto, sin inmiscuirse en su vida, sin darle consejos, sino facilitarle pensamientos positivos y ayuda para relajarse a esos jóvenes que presentan algún tipo de problema emocional.
Aunque todavía está en una fase incipiente el programa, según han constatado los coordinadores del proyecto desde el centro, como los investigadores de la UA, ya ha empezado a dar resultados positivos. El profesorado ha detectado desde menos conflictividad, menos merodeo por los pasillos, mayor colaboración, hasta una mayor capacidad del alumnado a gestionar sus emociones sin llegar a límites disruptivos.
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