Los pasajeros del vuelo de Jet2.com que conecta diariamente Glasgow con Alicante tardarán en olvidar el mal rato que pasaron el viernes pasado cuando un grupo de jóvenes que volaba a Benidorm para participar en la despedida de soltero de uno de ellos la montaron en el interior del avión, donde el alcohol había hecho estragos desde primera hora. El aparato había despegado a las 7.15 horas de la mañana, una hora muy poco aconsejable para darle al «agua de fuego». El grupo empezó a molestar al resto del pasaje con cánticos, gritos, carreras por el pasillo central, metiéndose además con los compañeros de viaje, alguno de los cuales, como fue el caso de una pasajera se llegó a enfrentar físicamente con los protagonistas del incidente para colaborar con el personal de cabina del compañía que conecta Alicante con el norte de Inglaterra, según reveló en un vídeo del periódico Daily Mail colgado en las redes sociales.

El comandante optó por seguir vuelo hacia el aeropuerto de Alicante-Elche pero comunicó a la torre de control el jaleo que habían tenido que soportar en pleno vuelo. El aparato aterrizó sin novedad pero cuando se abrieron las puertas, los pasajeros no se encontraron con las escaleras ni con la pasarela telescópica, sino con una pareja de agentes de la Guardia Civil que detuvo al «jefe» del alboroto, un joven que, tras unas horas en el cuartelillo quedó libre y siguió la fiesta en Benidorm. Eso sí, el vuelo de regreso a Escocia lo tuvo que hacer a bordo de otro avión, ya que Jet2.com le prohibió volar con ellos para siempre.

El incidente en el avión de Jet2.com tiene un precedente también en otro enlace Glasgow-Alicante operado por Ryanair el 19 de septiembre de 2013. Tras el despegue desde Escocia, el pasaje, más numeroso en esa ocasión, comenzó a pasarse con el alcohol y montar bronca. El comandante cortó por lo sano. Desvió el vuelo a París y allí obligó a los alborotadores a bajarse del avión acusados de alterar la seguridad del vuelo. A partir de entonces la aerolínea irlandesa no sirve alcohol en sus operaciones con Glasgow.

Pese a las medidas de seguridad que existen en los aeropuertos resulta relativamente fácil colarse borracho en un avión. El personal que controla el acceso a las salas de embarque no interviene y muchas de las borracheras se cogen en la amplia oferta hostelera de las terminales.