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Humor verbal y literatura crítica

La risa como argamasa narrativa en "Sin noticias de Gurb" de Eduardo Mendoza

El escritor Eduardo Mendoza en una imagen de archivo.

El escritor Eduardo Mendoza en una imagen de archivo. / INFORMACIÓN

José Joaquín Martínez Egido

José Joaquín Martínez Egido

No es nada habitual la presencia del humor verbal en nuestra literatura y menos todavía el que toda una novela se sustente en él. Esto es lo que ocurre en Sin noticias de Gurb (Seix Barral, 1991) de Eduardo Mendoza. Así que he pasado un fin de semana más que divertido con ese personaje sin nombre que busca a su paisano, Gurb, ambos llegados desde otra galaxia para explorar el planeta Tierra. Ante la estantería, la suma de Barcelona y de humor ofreció rápidamente el resultado de esta novela, perfecta para los viajes breves en avión y las transiciones aeroportuarias, ya que es, realmente una novela corta, de no más de 140 páginas. Pues eso, con ella, basada en la ficción más absoluta entrando en el terreno de lo absurdo, he disfrutado de una lectura añeja, motivada tanto por el curso de texto de humor que se está celebrando en la Sede Universitaria de Elda UA, como por mi estancia en Barcelona, gracias a un motivo familiar exitoso.

La novela transcurre durante unos días en la Barcelona preolímpica del 92, en donde un extraterrestre, buscando a su compañero desaparecido, con una completa afición a comer churros, con la costumbre adquirida de rezar todas las noches antes de acostarse y de ir a misa, y con la capacidad, cual Mortadelo, de transformarse en quien quiera (Marta Sánchez, p.13; el Conde-Duque de Olivares, p.15; Gary Cooper, p.24; Julio Romero de Torres, p. 32; etc.), va conociendo y mostrándonos la realidad de una ciudad con unos ojos simplemente mostrativos, en la que la aceptación de lo absurdo por parte del lector es completa, mientas que Mendoza repasa la vida de la ciudad: las relaciones de un ejecutivo (p.111-113), los catalanes (p.108), la xenofobia y el abandono de los ancianos, la violencia con los niños, la violencia machista (p.55), la vida cultural de Barcelona (p.56), la caricaturización de las novelas de misterio…

Sin noticias de Gurb surgió de unos textos publicados por entregas en el periódico, a modo decimonónico. Luego se redactó la novela con un gran éxito, tanto en España como en otros muchos países, lo que da noticia de que su formulación y su humor, lejos de quedarse en un contexto tradicional español, podía ser comprendido fuera. Parte de su éxito es la particularidad de su estilo, caracterizado por la condensación temporal (la redacción se fracciona en días y horas) en consonancia con la condensación sintáctica, caracterizada por la frase simple y muy breve que expresa un pensamiento ordenado mediante una abundante yuxtaposición, la cual llega a sintetizarse en opciones marcadas como a, b y c. Esta atomización hace que la lectura sea muy ágil y que, junto con los recursos humorísticos que emplea, sea una lectura divertida. Entre esos recursos destaca sobre manera tanto la acumulación imposible de hipérboles, como la repetición continuada de sucesos que le ocurren al protagonista. En este sentido son antológicas las caídas del personaje en sucesivas zanjas abiertas por cada uno de los servicios públicos de la ciudad. El humor producido por la incongruencia en el discurso viene señalado tanto por marcas («les hacía gracia» p.141), como por indicadores humorísticos, tales como las figuras literarias ya comentadas, así como las variantes de estilo, pues lejos de un decoro poético predeterminado, se opta por el empleo de elementos propios de un discurso muy formal, mediante la reduplicación de los pronombres y de los sustantivos a los que sustituyen (p.88), que consiguen el efecto contrario, lo popular, casi infantil, remarcado por expresiones antiguas y coloquiales («¡A mí, plin», p. 61). Junto a ello, estarían también las incongruencias situacionales humorísticas como cuando se come la galleta antes que el helado y tiene que tirarlo (p.95), o el estupendo final.

Y ¿por qué deberíais de leer esta novela? En primer lugar, porque es un ejemplo perfecto de que el humor verbal funciona literariamente; porque también puede ser considerada un modelo de lo que se ha dado en llamar literatura crítica, en donde es el lector el que saca sus propias conclusiones; y porque es una gozada disfrutar de una buena novela con una sonrisa completa en cada una de las páginas, rota por alguna que otra carcajada. Mi viaje a Barcelona fue estupendo, siempre con la duda de si en él me habría topado con Gurb.